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Acerca de este libro
El arte de no volverse un tirano…
Es fácil señalar al dictador que gobierna un país. Más difícil es reconocer al que vive en casa, en la oficina… o dentro de uno mismo. Porque el espíritu autoritario no siempre viste uniforme ni ocupa un palacio; a veces da órdenes en un salón de clases, impone su ley en una familia, o maneja a otros desde un celular.
Este libro no es solo un retrato de los grandes dictadores de la historia. Es un mapa para detectar y evitar al tirano cotidiano. Un llamado urgente a entender que el poder, en cualquier escala, se puede convertir en abuso… si no aprendemos el arte de tenerlo bajo control.
En un mundo donde es fácil culpar a los gobiernos y líderes, pocos se atreven a reconocer al pequeño dictador que llevan dentro. Carlos Colón Rodríguez invita, con humor y honestidad, a descubrir ese lado autoritario propio, ese que quiere tener siempre la razón y controla a los demás. A través de un recorrido histórico, desde Nimrod hasta los dictadores modernos disfrazados de influencers o líderes cotidianos, el autor revela que el espíritu del tirano sigue vivo, solo ha cambiado de forma. Más que un tratado académico, El Perfil de un Dictador es un espejo incómodo que nos recuerda que todos podemos caer en el autoritarismo. El libro es, ante todo, una invitación a pensar, reír y vigilarnos a nosotros mismos para no convertirnos en lo que tanto criticamos.
Ediciones Home Creativa
¿Alguna vez has sentido que alguien en tu vida se cree emperador romano, pero no gobierna ni siquiera un pelo ensortijado de su cabeza? ¿O que hay gente que da órdenes como si tuviera tanques de guerra en el garaje de su casa y una constitución bajo el brazo? Pues bienvenido, porque este libro no trata solo de los que salen en la televisión con medallas prestadas y discursos eternos. No, no. Aquí hablamos también de esos dictadorcitos del día a día, que, sin uniforme ni balcón, ejercen poder con más intensidad que un huracán del caribe.
El Perfil de un Dictador es como un laboratorio químico funerario donde cada frasco contiene un espécimen distinto: el jefe que conserva su autoridad con más rigidez que el formaldehído, el padre que embalsama sus reglas con la dureza del glutaraldehído y la penetración del DMSO, y el político que promete cambios mientras se inyecta dosis diarias de ego, tan persistente como la fenolación. Todos atrapados en una muerte interna, preservados bajo el efecto del metanol y con la apariencia viva del control absoluto, como cuerpos perfectos en un sarcófago químico que ocultan la putrefacción de su esencia.
Este libro no es una biografía de tiranos ni un tratado académico de ciencia política. Es una guía de campo, una lupa, un espejo —a veces gracioso, a veces incómodo— para reconocer los ingredientes que hacen posible el autoritarismo en todas sus formas. Porque antes de que un dictador se siente en el trono, ya estaba sentado en la cabeza de mucha gente que lo aplaude, lo defiende, lo apoya o peor aún, lo imita sin saberlo.
Así que agárrate, porque lo que viene no es solo una crítica a los grandes déspotas del mundo, sino también una pequeña sacudida a ese mini-dictador que todos llevamos adentro… sí, tú también, no mires para el lado.
PRIMERA PARTE: Dictadores Mundiales
- Nimrod: La semilla de la rebelión.
- Constantino: la continuación de la semilla.
- Gengis Kan: el gran jinete y su arco sin piedad.
- Porfirio y su “Don Mostacho”.
- Benito, el Mussulón que terminó como bacalao.
- Trujillo: El hombre que se creyó nación.
- El Führer y su bigote malcriado.
- La Ceja de Arco y el Dragón Rufino.
- Don Pacho, el generalito que no quería soltar el timbre.
- De Papá Doc a Baby Doc.
- La Barba Endiablada y la Gorra Estrellá.
- Don Plátano y su Cuento del Carnicero de África.
- Los tigres con piel de silencio.
- El general Ríos Montt y su pequeña locura.
- La voz de Nimrod.
SEGUNDA PARTE: Dictadores Cotidianos
- Giulia Tofana: La Dictadora Invisible del Siglo XVII.
- En el Bosque de Shakahola.
- El Comandante Pedrito.
- El General del Pizarrón.
- Glam Studio: La Peluquería del Terror.
- Don Ernesto, el dictador benévolo.
- Don Próspero: El Vigilante del Vecindario y su Silbato Vengador.
- Don Sapo en el Imperio del Abarrote.
- Lo que le pasó al intendente Cocolón por abuso de poder.
- La cotidianidad de la IA.
- AI-dillo: La inteligencia artificial que no sabía de ñames.
Apéndice 2
Biografía
Nimrod no soñaba con gloria: soñaba con eternidad. Mientras otros cazaban ciervos, él ya cazaba multitudes. Frente al río—con el pecho inflado como candidato político en debate—se vio reflejado y pensó: “¿Y si en vez de reinar sobre bestias, reino sobre hombres?”. Así comienza Nimrod: La Semilla de la Rebelión, porque esta historia no es sobre un líder, sino sobre el sentir y el molde del tirano: tenía la sangre de un criminal asesino, el carisma de un predicador cristiano, la lengua afilada de un propagandista, la represión fría de un dictador caribeño, el narcisismo de un capitalista dominante con peinado extraño, la astucia para manipular masas, la brutalidad sin freno y una obsesión enfermiza con ser adorado.
Construyó ciudades en tierra de Sinar para sus fines maquiavélicos. Allí no se gobernaba: se poseía. Mandaba sobre las ideas, sobre el lenguaje, sobre los silencios. El que se resistía era azotado hasta sangrar, el que dudaba era torturado, y el que lo miraba feo no amanecía al día siguiente. Nimrod no necesitaba amor: necesitaba obediencia, y punto. Y como todo dictador con delirio de trascendencia, se inventó una obra faraónica para justificar la opresión: una torre que tocara el cielo. “¡Vamos a construir una que roce las nubes!”, proclamó desde su balcón de oro, mientras el pueblo cargaba ladrillos con la espalda rota y la esperanza quebrada. Cada día era una cadena nacional donde solo se hablaba de su grandeza, sus logros, sus ideas, sus frases. Y pobre del que se atreviera a preguntar: “¿Por qué mejor no construimos un hospital?”.
Pero el cielo se cansó de callar. Un día, la confusión se desató como chisme en barrio apretado. El capataz gritaba “¡ladrillos!” y le traían lentejuelas. El arquitecto pedía “cemento” y recibía ají. “¡Una pala!” terminaba siendo una señora llamada Paula. Pedían “mezcla” y llegaba pólvora; decían “columna” y todos se perfumaban. Pedían “orden” y llegaban con jamón. La torre no cayó, simplemente no pudo seguir: el absurdo venció a la opresión. El ego de Nimrod se volvió eco, y él se quedó gritando solo desde su palacio vacío, rodeado de estatuas suyas que nadie quería ver. La gente se dispersó, cada uno hablando distinto, pero con la misma historia tatuada en el alma: que ningún líder está por encima del cielo.
La historia de Nimrod no terminó en Babel. Comenzó allí. Y este libro es la ruta para seguirle el rastro a esa semilla maldita… hasta descubrir, finalmente, cómo podemos dejar de esparcirla.
Moraleja:
Mientras haya quien obedezca sin pensar, Nimrod tendrá su trono asegurado.
En pleno centro de la ciudad, justo al lado del café La Estación, donde el cortado viene con más espuma que leche, y a pasos de la estación del tren donde el estrés huele a sudor y ansiedad mal planchada, estaba Glam Studio: una peluquería con espejos brillantes, pisos encerados y revistas del 2009… pero con el ambiente tenso de un convento en huelga.
Allí mandaba Doña Mireya, también conocida como La Tijerana. Dueña, jefa, verduga y madre del trauma colectivo. Su bata blanca siempre apretada hasta el cuello (como su alma), su peinilla de metal colgando como machete ceremonial, y un moño tan duro que parecía esculpido por Miguel Ángel Buonarroti. No era que dirigía un salón. No. Era como si administrara una cárcel de belleza donde la única ley era el miedo... y la laca. Sus reglas eran implícitas, pero se sentían como un ácido en el aire:
- No se habla mientras ella respira.
- No se suda mientras se plancha (porque “el sudor arruga la actitud”)
- No se pide aumento. El único “extra” es que sigas viva al final del día.
- Y si vas a llorar, que sea en el baño... y en mute.
A Claribel, la asistente afrodescendiente, la humilló por dejar cinco segundos más el decolorante:
—Tú no sabes ni contar, bruta! ¿O es que te graduaste en una fonda con WiFi?
A Rebeca, la manicurista, la hizo fregar el piso con su propio papel de aluminio:
—¡Aquí no se viene a inventar! ¡Se viene a brillar! Y si no brillas, friegas.
Todo el mundo aguantaba. Por el nombre. Por el miedo. Por no salir a buscar trabajo en otro infierno con otro nombre. Hasta que un día llegó Sebastián. Estilista de profesión, artista por genética, y con más brillo en la mirada que en la vitrina de esmaltes. Con manos de cirujano, swing de carnaval y ese acento ambiguo que huele a sarcasmo con base Fenty. Venía de Zona Rosa, de trabajar con divas, con reinas reales y ficticias, y con clientas que hacían fila solo para que les tocara la raíz. No vino a suplicar. Vino a colaborar. Pero La Tijerana, alérgica al talento ajeno, lo miró como se mira a un tatuaje mal hecho: con juicio, envidia y deseo reprimido. Todo iba más o menos bien, hasta que un día, mientras Sebastián aplicaba un balayage celestial, Mireya le gritó desde la recepción como una gallina satánica:
—¡Ese tinte está muy claro, niño! ¿Tú quieres que esa señora salga pareciendo pollo sin sazón?
Sebastián, sin levantar la vista, contestó mientras distribuía el color como si bendijera:
—Doña Mireya, con todo el respeto que usted se merece, esto es técnica francesa. Usted se quedó en las mechas de cassette y todavía cree que el rubio se consigue con Sol y Cloro.
El salón se congeló. Una clienta dejó de mascar chicle.
Mireya se le fue encima, en plena pasarela del pasillo de los lavacabezas:
—¡Tú no sabes con quién te estás metiendo! ¡Yo soy la reina de este salón!
Sebastián se giró con una sonrisa que olía a venganza cítrica y ahí si fue verdad que estalló:
—“¿Reina? Usted es de esas que ni los siete enanos quieren. Blancanieves le habría dejado el espejo solo para que se viera el desastre de personalidad que carga.
Y siguió:
—Y otra cosita, mi amor… ¿esas nalgas? Háztelas revisar. Porque parecen las de una puerca vieja que se sentó mal en un blower.
El silencio fue absoluto. La música de fondo (una salsa de los noventa) se detuvo como si la canción también quisiera ver el desenlace. Mireya gruñó. Se puso más rabiosa que una serpiente con ortodoncia.
—¡Fuera de mi salón! ¡Fuera, estúpido ridículo!
Sebastián se quitó el delantal, lo dobló con calma y se lo puso entre los brazos como si le dejara un niño no deseado. La miró de arriba abajo y dijo con dulzura corrosiva:
—Ay, Mireya… tú no necesitas una peluquería. Tú necesitas un exorcismo con difusor y lubricante. Porque ni el demonio se te acomoda en esa silla. La clientela contuvo la respiración. Y Sebastián remató, con una frase que quedó flotando en el salón como perfume de revelación:
—¿Sabes qué es lo más triste de ti, Mireya? Que ni con todo el spray del mundo puedes fijar el respeto que ya perdiste hace rato.
Y salió. No moviendo las caderas. No haciendo show. Salió como salen los que ganan: con la espalda recta y el ego intacto, dejando a la Tijerana con las tijeras en la mano y la autoestima hecha polvo de talco.
Moraleja:
Hay lugares que huelen a champú, pero están podridos por dentro. Y a veces basta una sola alma con brillo para recordarle a la tiranía que no hay laca que sostenga lo que se cae por falta de respeto.

Acerca de este libro
"Errores de los Hombres Infieles" recopila historias reales de hombres que, por descuido o exceso de confianza, fueron descubiertos en sus aventuras extramaritales. Con un tono humorístico y reflexivo, el libro revela los errores más comunes en la infidelidad y ofrece valiosas lecciones sobre las consecuencias de caer en ellas.
A través de relatos entretenidos, aprenderás cómo los momentos de placer pueden llevar a situaciones comprometedoras. Una lectura ideal para aquellos que desean explorar las complejidades de la fidelidad y reflexionar sobre las tentaciones que ponen a prueba nuestras relaciones.
Tras años viajando por Centroamérica, Sudamérica y el Caribe, recopilando historias y anécdotas de amigos, decidí plasmar en un libro los errores más comunes de los hombres infieles. A través de relatos reales, se exploran las consecuencias de la infidelidad y las situaciones comprometedoras que surgen por descuido o exceso de confianza.
Aunque escribir no es mi especialidad, quise ofrecer una lectura que no solo divierta, sino que también ayude a reflexionar sobre las decisiones que tomamos en nuestras relaciones. Este libro no incita a ser infiel, sino que busca mostrar, con humor y lecciones, cómo aprender de los errores ajenos para evitar repetirlos. Las historias aquí contadas son solo algunas de las muchas experiencias que me compartieron a lo largo de los años y que, espero, puedan servir para mejorar nuestras relaciones y vidas.
Parte 1:
Conceptos sin tantas arandelas
Parte 2:
Historias y Casos Reales
Parte 3:
Consideraciones Finales
Bibliografía
Biografía
Le dijo a su esposa que tuvo que ir al tribunal porque, después de que uno de sus amigos se dio unos tragos de más, se metió en un tremendo pleito con otro tipo que estaba en el negocio donde ellos estaban, comenzaron a pelear y se los llevaron arrestados a todos. Incluso le pusieron una multa.
La esposa, que no es nada boba y que da la mala pata de tener una amiga que trabaja de noche en el tribunal, toma el teléfono frente al marido, llama a su amiga y le pregunta si, de casualidad, no llevaron a alguien allí con el nombre de Fulano de Tal por una bronca de borrachos. La amiga, en su ingenuidad, busca en sus registros de esa noche sin saber lo que pasa y le indica que no. La esposa se vira y, mirándolo muy maliciosamente, le dice al marido: "Ves, querido, los amores aparentemente están confundiendo tu mente. A donde te llevaron, en realidad, fue a un motel y lo confundiste con un tribunal". ¡Ah! Por cierto, ya esta es la segunda vez que me das la misma excusita en menos de dos años.
Así que asegúrate bien de que la próxima vez cambies la excusa. Te recuerdo que los mentirosos deben tener buena memoria. Hermano, le recuerdo, o más bien les aclaro algo, para que lo tengan siempre bien presente en su mente. Si usted es de las personas a las que les da trabajo recordar lo que hizo o dijo, asegúrese de no dar más de una vez la misma excusa. Porque si a usted se le olvidan las cosas, las esposas tienen memoria de elefante y no olvidan nunca estas cosas, ni mucho menos lo que se les ofrece.

Acerca de este curioso y picante libro
¡Bienvenidos a los 50 Secretos de las Mujeres Infieles! Este libro los invita a un viaje revelador donde el humor y la picardía puertorriqueña se entrelazan con historias fascinantes sobre la infidelidad femenina. Aquí, la vida se cuenta entre risas, secretos y una que otra verdad que muchos preferirían dejar oculta.
Comenzamos con una interesante contextualización ralacionada con la Escala EBI o Escala Básica de Infidelidad, que se ha desarrollado con el fin de clasificar distintos tipos y grados de traición en las relaciones, ofreciendo un marco integrador que facilite su comprensión. Luego, 50 secretos, bien potentes, como ese cafecito que se sirve en las mañanas: directo al grano y cargado de energía. Este lenguaje oculto no son solo palabras; son invitaciones a mirar más allá de las apariencias, a descubrir el trasfondo de lo que a menudo se considera un tabú.
Después de estos aperitivos literarios, nos zambullimos en 21 curiosidades picantes, confesiones y relatos reales que, sin duda, harán reír y, tal vez, sacarán una que otra lágrima. Historias de amores, desamores y, por supuesto, esas travesuras que dan sabor a la vida. Y para mantener la mente alerta, también se han incluido acertijos que, como buena salsa, alegran cualquier momento. Así que, mientras nos reímos, también vamos a desafiar nuestras neuronas.
Este libro, con corte científico, pero que se narra de una manera muy amena y agradable, es una herramienta perfecta para quienes buscan añadir un toque picante y elegante a sus programas, ya sea en la radio, la televisión o plataformas digitales. Con anécdotas y secretos que provocan risas y reflexiones, será un recurso valioso para entretener a la audiencia y mantener la conversación fresca y divertida.
Así que, amigos, tomen la llave que abre estas páginas y prepárense para descubrir los tesoros escondidos de este libro. Aquí se revelan secretos que muchos no se atreverían a pronunciar en voz alta, compartidos sin tapujos y siempre con un toque de elegancia. Acompáñenme en este recorrido por los misterios que a menudo se susurran en la oscuridad, y juntos abramos esas puertas que prometen sorpresas.
- Contextualización
- Escala Básica de Infidelidad (EBI)
- 10 Razones fundamentales por las cuales hay mujeres que eligen ser infieles
- 50 Secretos de las Mujeres Infieles
- 21 Curiosidades Picantes
- Tablas de las 20 Fobias
- Confesiones al Rojo Vivo
- Festín de Cuentos
- Reflexiones Finales
- Respuestas a los Acertijos
- Bibliografía
- Biografía
- Secreto 1: La Atracción
Código oculto: Flirteo constante
Acción: La mujer infiel empieza a coquetear con otros hombres, aunque esté en una relación de pareja.
Ejemplo: A veces, cuando las mujeres buscan "algo más", no se refieren solo a la compañía, ¡sino también al tamaño del paquete!
- Secreto 2: El Poder del Reojo
Código oculto: Mirada discreta
Acción: La mujer infiel utiliza miradas de reojo para coquetear sin levantar sospechas.
Ejemplo: Mientras miras el menú, ella lanza miradas a otro. ¡Eso no es normal! Ponte alerta, su mirada tiene más intenciones que un político en campaña.
- Secreto 3: El Truco de Dejar Caer Algo
Código oculto: Caída estratégica
Acción: La mujer infiel deja caer objetos para atraer la atención.
Ejemplo: Si ves que deja caer un lápiz y se agacha de una manera que resalta su escote, ten cuidado, porque está usando un truco muy eficaz para atraer miradas. ¡Esa jugada es más peligrosa que un caimán en un charco!
- Secreto 4: El Jueguito del Cabello
Código oculto: Movimiento seductor
Acción: La mujer infiel juega con su cabello para llamar la atención de otros hombres.
Ejemplo: Si la ves enredando su cabello mientras lanza miradas de fuego, ¡coño! Está provocando más chispa que una luz de bengala en plena Navidad.
- Secreto 5: El Hálito de la Aventura
Código oculto: Aroma tentador
Acción: La mujer infiel usa fragancias irresistibles para atraer a otros.
Ejemplo: Si la sientes llegar con un olor irresistible, ¡atento! Ese aroma atrae más miradas que una chicharronera en pleno asado.
